Laminas del Día de la Independencia

Las revoluciones atlánticas

By

September 07, 2017

“¿De qué sirve la libertad para aquellos que no tienen pan? Solo es de utilidad para políticos ambiciosos.” Jean Paul Marat

 

Acto I. Los ciudadanos

Es 1789, malas cosechas, deuda pública e ideas ilustradas son los ingredientes para la Revolución francesa. La gente ha derrocado un sistema milenario. Reyes y nobles no escapan de su destino por juicio público en la guillotina. Se da el cambio para un mundo que solo ha conocido reyes y reinas.  Ahora es el ciudadano quien toma las riendas de su destino y surge un nuevo paradigma: la república de ciudadanos.

La nueva nación está rodeada de reinos e imperios temerosos de la revolución, le declaran la guerra por tierra y mar. Ciudadanos en armas defienden su derecho a decidir su destino. Defienden la igualdad, la educación pública y laica, y la libertad para decidir en la política y el comercio.

 

Acto II. La Revolución

La República proclama la “Declaración de derechos del hombre y el ciudadano” como la guía para el nuevo orden republicano, pero no están las mujeres en ese título. El poder y el lenguaje son sutiles, pues se piensa, escribe y ejerce en voz masculina. Relega a la mujer a la casa y a la cocina para que los hombres se dediquen a la política y al comercio. Pero al poco tiempo, Olympe de Gouges grita “¡Injusticia!” y publica la “Declaración de los derechos de la mujer y la ciudadana” que inicia así: “Hombre, ¿eres capaz de ser justo? Una mujer te hace esta pregunta”. Además apoya un sistema político federal por lo que es declarada contrarrevolucionaria y condenada a la guillotina. No ha sido la primera en plantar su opinión y tampoco será la última.

En 1791, los esclavos negros se levantan contra sus amos blancos en la isla Santo Domingo (hoy Haití y República Dominicana), quieren la libertad. Un antiguo esclavo llamado Toussaint Louverture (el fundador) encabeza la rebelión aprendiendo de los españoles el arte de la guerra. Francia prohíbe la esclavitud, Toussaint se vuelve francés y lucha contra los hispanos. Luego Napoleón restaura la esclavitud y el haitiano lucha contra los franceses, pero ellos lo engañan y lo apresan. Sin embargo, en 1804, Haití será el primer país independiente de América Latina gracias a los esclavos que rompieron el yugo.

 

Acto III. La guerra

Ocasionalmente, las revoluciones crean individuos ambiciosos que buscan tener el mundo en sus manos, como Napoleón Bonaparte. Es el mejor estratega de la época y sus actos dan la vuelta a Europa. Los soldados lo adoran por estar en la primera línea de batalla. Emperadores, reyes y el Papa lo odian porque rompe el orden aristocrático de siglos. Se autoproclama Emperador de los Franceses junto a su esposa Josefina. En su mandato siembra las semillas del nacionalismo, el liberalismo y la unificación de países que apenas son imaginados (Alemania e Italia). Inicia una nueva época.

La paz ha sido olvidada y, tanto en tierra como en mar, las balas atraviesan el aire y se entremezclan con gritos de dolor y olor a sangre y pólvora. Las guerras napoleónicas anuncian el republicanismo. Gran Bretaña lidera la alianza en su contra y, en 1808, Portugal se le suma. Los franceses deben atravesar España para derrotar al nuevo enemigo. Napoleón pide permiso al rey español Carlos IV para atravesar el reino. Pero lo traiciona porque derrota a su enemigo y ocupa Madrid. Napoleón secuestra al monarca y, seis meses después a su hijo Fernando VII. Obliga a que el Rey abdique a favor de su hijo y que este último haga lo mismo en favor del hermano de Bonaparte, José. Inicia la revolución hispánica.

 

Acto IV. La Constitución

Los franceses se han convertido en invasores. Los españoles resisten y dan batalla en su guerra de independencia. Goya, el pintor, dejará para el futuro las crudas imágenes en sus “Desastres de la guerra”. Pero en plenos combates, no se sabe a quién obedecer, si al francés impuesto o al rey depuesto. En América, estas mismas preguntas se suman a las rivalidades entre criollos, españoles, mestizos, mulatos e indígenas. A falta de rey legítimo, en Madrid se convoca a Cortes para tomar las riendas y dar voz a los cuerpos de la monarquía y sus privilegios. Las botas francesas pisan sus talones y deben migrar hacia Cádiz, al sur de la península.

Convocan a representantes de todo el Reino. Para esto, desde las parroquias, los curas hacen conteo de los habitantes para saber cuántos se elegirán. De un lado al otro del océano Atlántico, las representaciones son casi iguales por la cantidad de gente. El Reino de Guatemala envía, en 1810, a Antonio Larrazábal.

En España, hay luchas por doquier. En las Cortes, los debates son acalorados. Larra, no se sabe qué hacer. Larrazábal propone y presenta un “Proyecto constitucional y Declaración de derechos”, pero no es atendido. Imperan las necesidades de la guerra y no los derechos de los americanos. Sin embargo, los diputados acuerdan una Constitución que luego será conocida como “La Pepa” e inicia así: “La nación española, es libre e independiente, y no es ni puede ser patrimonio de ninguna familia o persona”. Hereda de Francia la ciudadanía; no más privilegios. Poco importará el linaje, color o procedencia pues todos son iguales ante la ley; no más tributos. Es la revolución dentro del Imperio, pero los privilegiados procurarán restringir la ciudadanía.

 

Concepto clave: ciudadanía

Durante siglos, el mundo occidental se organizó en corporaciones con privilegios y leyes propias. La nobleza y la iglesia fueron los cuerpos más poderosos. La filosofía ilustrada cuestionó ese orden y quiso reformarlo. Pero las revoluciones atlánticas (Independencia de las Trece Colonias, Revolución francesa, revolución hispánica e independencias latinoamericanas) tambalearon esa realidad e instituyeron la ciudadanía como cimiento. Sin embargo, fue restringida a hombres letrados, urbanos, propietarios y, por lo regular, blancos.

 

Para el docente

A continuación puede crear una mesa de diálogo sobre las siguientes preguntas:

 

Narre a sus estudiantes estos acontecimientos de forma vivencial para motivarlos.