Fábula

La fábula es protagonizado muchas veces por animales, objetos inanimados y el hombre. Al final se presenta una moraleja.

Inicio

Se considera que el creador de este subgénero fue Esopo, cerca del siglo VI a. C.

Fue utilizado desde la antigüedad en la cultura grecorromana por los esclavos, para enseñar a los niños una conducta ética.

Fue llevado a Roma por Fedro, quien había llegado como esclavo de Augusto, pero fue dejado en libertad por su amplia cultura. Llegó a escribir cinco libros y aunque tomó modelos griegos, muchas fábulas fueron creadas por él y han sido clave por su estilo sencillo y conciso.

Una fábula está compuesta de dos partes:

1. Una breve exposición en la que los personajes protagonizan una historia.

2. Una reflexión o consejo en forma de moraleja.

Florecimiento

Durante la Edad Media circularon varias colecciones de fábulas y en el Renacimiento fue abundantemente practicada en Europa.

En el siglo XVIII la mentalidad neoclásica permitió crear la época dorada de este subgénero y durante el siglo XIX fue uno de los más populares.

Exponentes

Fue cultivada por Fedro en Roma. Durante el renacimiento, por Leonardo da Vinci.

Durante el siglo XVIII sobresalieron Jean de La Fontaine, Jean Pierre Claris de Florian, Tomás de Iriarte, Félix María Samaniego, John Gay, Gotthold Ephraim Lessing.

En Guatemala destacó Augusto Monterroso.

Esopo

(siglo VI a. C.)

Nació en Grecia y se convirtió en un personaje legendario, tanto que su existencia se ha llegado a poner en duda. Se cree que fue esclavo y viajó mucho con su amo.

Sus fábulas, transmitidas en forma oral, tuvieron gran difusión durante la Edad Media. Entre ellas destacan:

  • El caballo viejo
  • El camello, el elefante y el mono
  • El oso y la zorra
  • El pescador flautista
  • La lecherita
  • El hombre y la hormiga

La zorra y la liebre

Fábula

Dijo un día una liebre a una zorra:

-¿Podrías decirme si realmente es cierto que tienes muchas ganancias, y por qué te llaman la «ganadora»?

-Si quieres saberlo -contestó la zorra-, te invito a cenar conmigo.

Aceptó la liebre y la siguió; pero al llegar a casa de doña zorra vio que no había más cena que la misma liebre. Entonces dijo la liebre:

-¡Al fin comprendo para mi desgracia de dónde viene tu nombre: no es de tus trabajos, sino de tus engaños!

Nunca le pidas lecciones a los tramposos, pues tú mismo serás el tema de la lección.