Procesiones

Los cortejos procesionales tienen una larga historia en Guatemala. Numerosos cofradías fueron establecidas desde los primeros años de la dominación española, las cuales tuvieron la característica de procesionar imágenes. Esta tradición sigue vigente.

Durante el período hispánico, en Santiago de Guatemala fue una actividad común el procesionar imágenes de Jesús con la cruz a cuestas, llamadas nazarenos, así como Cristos yacentes, crucificados, dolorosas y otras imágenes.

Entre las más antiguas se encuentran las procesiones de La Merced, Candelaria, de la Cruz del Milagro y el Santo Entierro de Santo Domingo, cuya realización se trasladó, con la capital, a la Nueva Guatemala de la Asunción, a finales del siglo XVIII.

A mediados del siglo XIX, varias cofradías se transformaron en hermandades y la realización de procesiones se volvió una actividad más compleja.

A raíz de los terremotos de 1917 y 1918, cuando la mayoría de los templos capitalinos fueron destruidos, muchas de las actividades religiosas que se practicaban en el interior de las iglesias se sustituyeron por las que se llevaban a cabo al aire libre.

Poco a poco, la grandiosidad de los cortejos se expandió a otras ciudades del país, como La Antigua Guatemala y Quetzaltenango, aunque las procesiones han tomado un gran valor en todas las poblaciones guatemaltecas.